jueves, 1 de diciembre de 2016

Meditación

Tan sólo un minuto ha bastado esta mañana, sentado la cocina que me vio crecer, para dar un salto de más de treinta años al pasado. Un minuto de meditación guiada, con la única referencia de la respiración acompasada para abrazar de golpe la propia esencia. Para volver a respirar esa ilusión del niño que regresaba a casa con la casete del juego de la consola spectrum, mientras en la radio sonaban manidos villancicos, y las calles se iluminaban con las mismas bombillas de colores de años pasados. 

Un minuto ha bastado para no poder reprimir las lágrimas de felicidad, al saber que sólo hace falta sentarse y parar un minuto para volver a conectar con quién realmente eres y que se fue difuminando entre tanto ruido exterior.
Lo cierto es que nunca encuentro ese minuto para meditar. Pero con la luz adecuada y el estado de consciencia adecuado, intuyo no existe mejor herramienta para volver a dirigirle la palabra a tu autentico ser, en el único lenguaje que ambos podéis entender.

sábado, 8 de octubre de 2016

Gatos y Colibríes

Sábado por la mañana. Tras una primera semana de catarro y formación intensiva en el supermercado, con despertador a las cinco, mi biodespertador me ha dado un toque a eso de las siete. He puesto uno de esos vídeos motivantes y he vuelto a caer rendido hasta las nueve.
Dos horas han sido suficientes para que el inconsciente produjera, editara y proyectara un cortometraje durante mi tardía fase Rem.

En el sueño, la voz penetrante del doctor Alonso Puig seguía su ritmo mientras yo me movía por la casa. En el otro extremo de la misma, Elisabeth andaba ocupada con nuestros gatos. Al acercarme observo que hay otro gatito negro agazapado en una esquina, que no debiera estar ahí. Y un poco más a la izquierda un agujero en un rincón del salón que cual madriguera se fue tragando a nuestros mininos uno a uno.

Regreso a la habitación, aturdido aún por el discurso imparable del doctor, y compruebo que tras la puerta cuelga un tiesto del techo, y a su alrededor zumba un enjambre de bellos colibríes. Corro entonces al salón a contárselo a ella... pero me la encuentro en el pasillo. Sin palabras perceptibles, parecemos discutir con gestos. Entre llanto le abrazo con la íntima intención de arreglar algo que sigue roto. No funciona, y regreso a la habitación, donde el zumbido y el número de colibríes ha aumentado en torno al tiesto colgante.

En ese momento entra ella portando una de las cajas de cartón que aún estorbaban en el salón desde mi regreso de Norico. La deja en el suelo con claro gesto de reprobación. Por un lado está el reproche por no haber pasado página y seguir acumulando trastos y recuerdos que no me dejan avanzar. Por otro, mi queja por traerme la caja a mi único lugar de descanso, donde trato de curarme ignorando las cuentas pendientes.


Más tarde voy de nuevo al salón, y la veo tan feliz sobre el sofá rodeada de una camada de cinco o séis gatitos rayados..., seguramente salidos todos de la madriguera que hay en el rincón.
No consigo entender que tengamos que estar en habitaciones diferentes, pero sí puedo observar que de momento ella necesita tanto a sus gatitos salvajes, como yo a mis exóticos colibríes.


Una vez despierto me pregunto por el significado del sueño, y por el enjambre de colibríes en mi habitación. Pero sobretodo me surge la cuestión de cómo la conferencia de Alonso Puig en YouTube estaba tan integrada en el sueño, cuya voz procedía de aquel lugar tanto fuera como dentro del mismo.
Mi experiencia onírica me dice que cuando algún elemento externo irrumpe en un sueño, automáticamente la fase Rem se interrumpe para ayudarte a regresar a la realidad. En este caso no ha sido así.

Si como tanta gente insinúa últimamente, la realidad que vivimos no es real sino un mero sueño o una realidad pre-diseñada, ¿cuales de los elementos que creemos percibir con los sentidos serían los propios de esta Matrix y cuales son ecos de aquella auténtica realidad superior?
¿Es posible que exista alguna experiencia que nos hiciera despertar repentinamente, o que al menos nos haga ser conscientes de que estamos efectivamente sumidos en un sueño...?

sábado, 25 de junio de 2016

Dos instantes

Estos días de cuidados intensivos y nervios al filo, mientras el otoño de una vida sigue haciendo mella en aquel que hace poco más de medio siglo llenó esta casa de ilusiones, quince metros más abajo una familia de gatos comunes trata de hacer lo propio. Madre soltera quizás, con dos mininos blanquinegros a cual más despierto y juguetón.
Me asomo a la ventana, silbo en lenguaje felino, y uno de los peques mira en derredor con curiosidad y recelo. Mi predisposición, heredada de otras tierras y otras lunas, les ayuda a robarme unos latidos.
Pero no hago nada, pues supongo pertenecen a los chavales del estudio de arquitectura del piso bajo.


Han pasado dos semanas, y me dispongo a bajar la bolsa de basura al contenedor del patio, donde residen nuestros amigos de uñas retráctiles. Más cuando paso junto a la valla, el mundo se detiene, el reloj se ralentiza y un halo de muerte recorre mi horizonte, a la altura de la acera, entre dos coches ajenos a la desgracia que yace joven e inerte como un estigma en el árido asfalto.
Mi mente ignora lo que mis ojos supieron desde el primer fotograma, y paso por delante del ya rígido gatito llamándole con aquel silbido felino, que ya no sirve para nada. Su inmovilidad me confirma lo peor, pero continúo hacia el cubo de basura ya con las neuronas en modo negación. Ese modo que todos conocemos en que sabes, pero no quieres saber.

Me acerco a él. Su postura arbitraria sugiere el golpe fatal que debió hacerle rodar hasta ahí, con la cabecita apoyada en la acera, como si en verdad estuviese relajado, descansando tras unas carreras jugando con su hermanita. Por eso aún quiero mantener la esperanza... pero no. Al tocar su pelo suave también noto la terrible rigidez, que dispara mi recuerdo hacia aquella otra tarde en que miraba hacia lo alto con recelo y curiosidad en respuesta a mi silbido desde la ventana.

Lo cojo con ambas manos, duro y frío como la muerte gatuna. Qué maldito coche pudo segar sus siete vidas de un sólo golpe, me pregunto sin aliento. Como un autómata entro en el patio, y busco un lugar para dejarlo; y entre hacer un hoyo en el suelo y posarlo con angustia dentro del cubo de la basura orgánica, me decido por esto último.

He de darme prisa, pues unos amigos están a punto de venirme a buscar para ir a comer. Así que salgo de allí, y les llamo con la idea de relatarles el triste episodio. Pero hace mucho que no les veo. Y entre los abrazos y risas del reencuentro, me hacen olvidar al pequeño que se fue para siempre.

La vida sigue. Tratamos de entender esto de la existencia desde ese primer rayo de raciocinio que nos atraviesa durante la infancia. Pero llegan las nieves del tiempo, y seguimos sin entender al de la guadaña. Esta vez vino a por un gatito de mi patio, orejudo y juguetón como tantos otros millones de gatitos alrededor de este mundo.
Si no lo ves no existe. Pero a este yo lo vi en mi jardín, como una flor recién abierta en la mañana. Y aunque sólo fueron dos instantes, con siete vidas de diferencia entre uno y otro, creo que jamás olvidaré que lo tuve entre mis manos, aunque demasiado tarde.


domingo, 19 de junio de 2016

Akela

Ayer fui con mi padre a uno de los centros comerciales que salpican Madrid, a que nos diera un poco "el aire" y hacer alguna compra. Estos lugares serían hoy, en los albores del siglo XXI, y salvando una triste distancia cultural y biológica, como aquel poyete en la plaza del pueblo, o como el "roquedal del consejo" donde la manada de lobos celebraba sus asambleas. Y digo triste por esa nueva manera que tenemos los monos desnudos de relacionarnos con el resto de congéneres. Muy poco que ver con nuestros homínidos orígenes.
Comimos, bebimos, conversamos... y cuando de camino hacia la tienda de ropa pasamos frente a las taquillas del cine, en lugar de continuar pasillo arriba decidimos entrar a ver la nueva versión de la novela de Kipling
"Esta es la Ley de la Jungla -tan antigua y cierta como el cielo; prosperará el Lobo que la cumpla. Mas el Lobo que la transgreda habrá de morir. Igual que trepa la hiedra alrededor del tronco del árbol, la Ley avanza y retrocede- pues el Lobo es la fuerza de la Manada y la fuerza del Lobo está en la Manada..."

 Y bien por los tiempos que me tocan de lobo dispersante, bien por la carga emocional que subyace en esta historia, tuve que enjugarme las lágrimas cada pocas secuencias de esta cinta a priori para niños.
Allí estaban Akela y Raksha, la noble pareja alfa protegiendo a la manada sin condiciones. Allí también Bagheera y Baloo con sus roles humanizados, ocupando su lugar en la educación de Mowgli y en el resto de niños del patio de butacas. Al igual que Kaa y Shere Khan jugando un papel de proscritos que jamás existió en la cadena trófica. 

Cada persona, humana o no humana, se sirve de un lenguaje de diferentes sonidos, gestos y a veces símbolos. Todos para comunicarse. Desde el primer día de vida en el planeta azul, hemos prosperado todas y todos, desde las procariotas hasta el astronauta que hollará pronto la superficie de Marte, gracias a la interacción con nuestros compañeros de viaje.
Y esta película infantil en la que lobos, osos y panteras hablaban el mismo idioma que la señorita del punto de información de ahí fuera, es un buen ejemplo de esa comunicación. Actualmente denominada "Educación Ambiental".
Casi me molesta el término, pues la considero una redundancia. Es decir, si la educación recibida por cualquier cachorro de esta Tierra no es en primer lugar "ambiental", ciertamente no es educación sino propaganda local, como bien comenta el oso pardo Baloo en una de sus mejores frases. 

Cada mono tiene su biología y sus preferencias. Y aunque si bien la mía comulga más con la de los cánidos sociales que con la de los solitarios félidos, cada día que pasa admiro más y más a ambos. Igual que a todos los personajes que aparecen en la peli, incluso me atrevo a decir que también a los humanos, justo hasta el día que descubrieron la "flor roja"... 












domingo, 5 de junio de 2016

Isla

Isla (Etxe Berri, 2000)


Puede que pase otro

Decenas de manos se esfuerzan por detener mi cuerpo desnudo, se afanan en impedir mi humilde movimiento hacia el futuro. Los trenes van todos llenos, y si un día intentas subir a uno de ellos, las sombras que en él viajan te lo impiden a patadas. Esas sombras son las de mis hermanos pero ellos no lo saben. Mis hermanos me aman, pero sus sombras no; sus sombras me odian. Por eso, y aunque lo ignoro, seguro que mi sombra también odia a mis hermanos. Todas nuestras sombras son muy fuertes, y a veces te consiguen parar hasta tal punto que no consigues reaccionar, y te sientas.
Pasan días, meses e incluso años antes de que te des cuenta que una noche de un negro otoño, cientos de manos de cientos de sombras te sentaron en donde ahora estás, donde nunca quisiste estar. y una mañana, la luz se filtra en tu vida y al asomarte a la ventana enrejada, observas un tren que pasa en ese momento frente a ti. Muchos sacan la mano por la ventanilla riéndose, a la par que te señalan con el dedo. Otros te regalan miradas de compasión, según se alejan entre el vapor del ferrocarril eterno.
Tu celda sigue abierta, como cuando entraste, pero no sales todavía. No te lo ha dicho nadie, pero sabes que mañana, a esta misma hora volverá a pasar otra locomotora; como su nombre indica, llena de locos. 
Afuera hace mucho frío y prefieres no salir de tu polvorienta mazmorra, hasta justo unos segundos antes del tren de mañana. Quizá lo pierdas, pero te da igual. lo mismo es ocho años que ochenta, o al menos tú lo crees así.
La celda es eterna, y las vías del tren también. Tu vida no. Si lo piensas, nuevas sombras te recibirán a patadas, y será muy difícil subirse; además, has perdido agilidad desde que te convertiste en vegetal. Te apartas de la ventana y vuelves a sentarte, y nadie te lo impide. Es entonces cuando captas un olor que en tu período de letargo no apreciaste. Huele a podrido; mejor dicho... TÚ hueles a podrido. Te estás degenerando, corrompido por el tiempo.
Ahora sientes un odio intenso, y no sabes si es hacia las sombras de tus hermanos o hacia ellos, hacia tu sombra o hacia ti mismo, hacia el tiempo o tu falta del mismo.
Una polilla se cuela entre las rejas y comienza a danzar delante de ti. Significa algo, pero no imaginas qué. Se posa en el alféizar batiendo sus alas con fuerza mientras te mira con sus ojos de alfiler, pero ya no necesitas trenes, ni luz, ni mariposas...
Son las tantas de la mañana y oyes un traqueteo en la lejanía. Suena a amenaza, suena a tren de esclavos. Recuerdas que ayer querías cogerlo, pero a cada instante, una ola de pavor te pega con más y más fuerza a la silla.
¡Qué angustia!, a ver si pasa ya de una vez ese maldito tren hacia el futuro. Pero... ¡pero si es tu esperanza! ¡si no deseas otra cosa más que cogerlo! ¿porqué lo rechazas?
Se acerca, cada vez lo oyes más. Ahora suena mejor. Te levantas ilusionado de un brinco, pero... ¡oh no! otra vez suena amenazante. Regresas a tu viejo puesto, te tapas los oídos, y te tiras al suelo mientras piensas entre lágrimas: algún día puede que pase otro.
(Madrid, un día de 1998)

domingo, 13 de marzo de 2016

Pestañas


Me despierta Pumkins con su maullido matutino y un nuevo intento desesperado para entrar al otro lado del espejo. Giro entonces la cabeza y ahí está ella, astro dorado envuelto entre pliegues turquesa. Al fondo, un cielo plomizo y severo, aún invernal. Pensamientos de alba dominical galopan ya por mi mente, cual cimarrones en un vasto sinsentido. El alpenföhn induce a volar a la entusiasta gaviota que trajimos de aquel bazar junto al adriático. Y tras los pardos tejados, piceas y abetos taciturnos, injustamente obviados más allá del adviento, hacen lo propio con sus copas. 
Pero vuelvo a posar mis pupilas en la bella durmiente. Desde esta orilla del lecho se representa lo que ahora escribo... y un acompasado tañer capta mi atención dormida. Son las ramas de un pequeño tannenbaum, que se agitan suevemente sobre sus ojos, justo al otro lado de su regio perfil. Y mientras ella sigue soñando, ese tenue abrir y cerrar de pestañas inunda la estancia de poesía. 
Entonces me pregunto durante un instante eterno... ¿Son pues las trémulas ramas o sus oníricas pestañas... las que observadas desde aquí danzan alegres a ras de sus mejillas, al son del viento alpino? 
Han pasado varias eras y aún persigo una respuesta. Si algún día cruzáis estas montañas, preguntadle una vez más al viento...

sábado, 12 de marzo de 2016

Los Enigmas de Neftalí


LOS ENIGMAS 
Me habéis preguntado qué hila el crustáceo entre sus patas de oro y os respondo: El mar lo sabe. ¿Me decís qué espera la ascidia en su campana transparente? ¿Qué espera? Yo os digo, espera como vosotros el tiempo. ¿Me preguntáis a quién alcanza el abrazo del alga Macrocustis? Indagadlo, indagadlo a cierta hora, en cierto mar que conozco. Sin duda me preguntaréis por el marfil maldito del narwhal, para que yo os conteste de qué modo el unicornio marino agoniza arponeado. ¿Me preguntáis tal vez por las plumas alcionarias que tiemblan en los puros orígenes de la marea austral? ¿Y sobre la construcción cristalina del pólipo habéis barajado, sin duda, una pregunta más, desgranándola ahora? ¿Queréis saber la eléctrica materia de las púas del fondo? ¿La armada estalactita que camina quebrándose? ¿El anzuelo del pez pescador, la música extendida en la profundidad como un hilo en el agua? Yo os quiero decir que esto lo sabe el mar, que la vida en sus arcas es ancha como la arena, innumerable y pura y entre las uvas sanguinarias el tiempo ha pulido la dureza de un pétalo, la luz de la medusa y ha desgranado el ramo de sus hebras corales desde una cornucopia de nácar infinito. Yo no soy sino la red vacía que adelanta ojos humanos, muertos en aquellas tinieblas, dedos acostumbrados al triángulo, medidas de un tímido hemisferio de naranja. Anduve como vosotros escarbando la estrella interminable, y en mi red, en la noche, me desperté desnudo, única presa, pez encerrado en el viento. 
(Pablo Neruda)

jueves, 10 de marzo de 2016

Pero fíjate lo que acabas de elegir...

Comienzo con el guiño a una de las mejores películas que se ha creado en nuestro país, "Amanece, que no es poco", donde en una de sus memorables escenas mencionan aquello del libre albedrío. Pues bien, mi reflexión va intentar poner en juego esta idea, en contraposición a otra que anda últimamente en boca de no pocos navegantes. La cuestión es si realmente existe ese propio arbitrio sobre nuestros actos, y por tanto sobre sus consecuencias, o por el contrario todo cuanto existe en el Universo no es sino un holograma perfectamente diseñado, cuyos principio, nudo y desenlace ya están establecidos de la mano de un ente superior. Por supuesto, y dejando al margen la controversia religiosa o pagana, podría asegurar que todo ser racional despierta cada mañana con el firme propósito de ser timonel de su historia personal.
Yo personalmente, y a pesar del vértigo que me produce, creo que todo cuanto existe dentro y fuera de nosotros, al menos visto desde aquí abajo, a nivel del mar, es fruto de nuestra capacidad innata para subir mareas y provocar maremotos. Lo paradójico del asunto es que generalmente no sabemos hacer uso de ese enorme potencial en beneficio propio... quizás porque nuestra todavía joven evolución mental no nos ha permitido afianzar debidamente la conexión entra causa y efecto.

Me estoy refiriendo a los éxitos disfrazados de duras crisis, al fracaso disfrazado de buena fortuna. Llegados a este punto, y por muchas vueltas que uno pueda darle a pros y contras, y a todas las evidencias o intuiciones que tengamos a mano, siempre quedará la incógnita de cuál fue la decisión acertada, hasta que el devenir de los hechos finalmente nos despeja la duda.




Por eso no se me olvida este tema ochentero de Rosendo Mercado, que pone de manifiesto esa duda. Y es que uno ya no puede ni elegir tranquilo. Cuando tras mucha deliberación interior y exterior se tiene por fin la certeza de la senda a seguir, resulta que quizá tampoco esta sea válida. ¿Realmente es esto lo que buscabas...? Cuando por fin te has decidido a saltar al vacío y vuelas alto en busca de un sueño, tras la esquina surge alguien y grita "pero fíjate lo que acabas de elegir...".

miércoles, 9 de marzo de 2016

El Hombre y La Tierra

No es sólo un punto de luz en el espacio, tampoco nuestro barco. 
Nacimos aquí, crecimos aquí... en este tejido vivo, generoso y frágil, 
donde nada nos pertenece. 
Nosotros le pertenecemos.




martes, 8 de marzo de 2016

Prefacio

Hoy, con algunos sueños ocultos bajo un tenue manto de nieve, nace este espacio de encuentro entre la Tierra y el Hombre,  Madre e Hijo, Estigma y Antera...


La Biosfera se desangra, pero como en las grandes épicas un nuevo elemento recorre las calles de las grandes urbes. Sentimiento de cambio posible, fortaleza de ejercito del arco iris, que se ha instalado para siempre en las ánimas de todos y cada uno de los seres de esta extraña nave de agua, sal y vibraciones.

Bienvenidos, montaraces de la nueva Era.