
Pero vuelvo a posar mis pupilas en la bella durmiente. Desde esta orilla del lecho se representa lo que ahora escribo... y un acompasado tañer capta mi atención dormida. Son las ramas de un pequeño tannenbaum, que se agitan suevemente sobre sus ojos, justo al otro lado de su regio perfil. Y mientras ella sigue soñando, ese tenue abrir y cerrar de pestañas inunda la estancia de poesía.
Entonces me pregunto durante un instante eterno... ¿Son pues las trémulas ramas o sus oníricas pestañas... las que observadas desde aquí danzan alegres a ras de sus mejillas, al son del viento alpino?
Han pasado varias eras y aún persigo una respuesta. Si algún día cruzáis estas montañas, preguntadle una vez más al viento...