lunes, 16 de julio de 2007

Alquimia y deseo










Esto no es un caramelito.

Es un hasta luego, un luego te veo. Dame la mano y mira... lo de allá en el horizonte... ¿es un oasis?. No lo se, pero dame la mano. Quiero correr y perder de vista todas estas dunas ardientes, pero por ahora camino contigo, como el día que me adentré en estas tierras sin nombre. Y aquel día pedí una mano, pensando que quizá fuese la tuya... y aquel día "perdí" una mano, sabiendo que quizá no fuese la mia. Caminé y caminé, y pasaron las noches y las lunas sin tus manos, sin tu voz acariciando las mías, con colores de otras latitudes. Y volvió a salir el sol.
Y una mañana, casi sin previo aviso, desperté en una haima color almendra y miel, abrazado a una mujer... Lo primero que pensé es que eras tú. Miré en tu nuca, entre las ondas de tu pelo... bajé a tu pecho y para mi sorpresa, seguí sin sentir tu mano. Traté de rozarme contra ti, suave y lento como la brisa templada de aquella mañana, y mis sentidos me engañaron de nuevo, pues tus manos estaban ya preparando un té caliente con hierbabuena. Me sentó tan bien aquel desayuno, que sin saber como, te propuse seguir caminando hacia oriente. Ese fue mi error. La arena dice que no, que mi acierto. Pero yo fui cada vez mirando menos nuestras huellas, y más a las estrellas...

Necesito volar, y necesito tu mano. Volar y tu mano...
Mi reflejo en el agua dice que vuele, que no hay mano ni la habrá. No son ellas, soy yo. No habrá manos, ni susurros, ni mirada temblorosa, ni locura de amar... sólo Té con almendras para seguir sobreviviendo. Y como una vez dijo una reina, eso seguramente es mejor que NADA.

Al-Gnawa