viernes, 8 de diciembre de 2017

Adentro

Lo repite Sergi Torres velada tras velada. Sólo existe el instante presente. Y sin embargo en nuestra mente, invadida en estéreo por ruido externo y ruido interno, existen ideas y juicios que nada tienen que ver con esta habitación en la que me encuentro, pánicos y anhelos que tampoco tienen nada en común con estas cuatro paredes... en resumen, eventos pasados y supuestos futuros que nunca tienen lugar en el ahora, salvo como un holograma fruto de nuestra imaginación.

Por explicarlo desde el plano emocional, a veces ocurre que durante el visionado de un vídeo que te toca la fibra sensible, o durante una conversación que te remueve los cimientos, por poner un par de ejemplos cotidianos, experimentamos una suerte de sensaciones increíblemente similares a las que sentiríamos físicamente de estar viviendo en la realidad aquello de lo que se habla en tal conversación o tal vídeo.
Sería algo así como las neuronas espejo que exponía Punset en uno de aquellos interesantes espacios televisivos con los que muchos comenzamos a despertar.


"Las neuronas espejo se activan en monos y humanos cuando vemos a otro sufrir o a una pareja emocionarse con un beso que también nos emociona"


Algunos lo llaman mundo interior, cuando en realidad se trata de ruido interior. La mente humana no es sino una radio cuyo dial enloquece de vez en cuando, haciéndonos pasar por esquizofrenias transitorias que nada tienen que ver con la situación en la que de verdad nos encontramos.


Así, a menudo sucede que regresamos de esa ensoñación temporal hasta retomar por completo aquello que estábamos haciendo, y lejos de hacerlo desde el punto donde lo dejamos, desde ese nuevo momento nuestra realidad personal es otra, coloreada sin remedio con los tintes que los recientes pensamientos acaban de imprimir en nuestra forma de percibir el mundo.


Es decir, una tarde estás viendo el telediario, y pasan a dar la noticia de un descarrilamiento desde algún lugar de los Alpes. En algún momento imposible de definir, dejas de oír la retransmisión del corresponsal de turno, abandonas el sillón, el salón, tu casa, tu barrio, tu ciudad, tu país...  y sin saber cómo, te encuentras disfrutando de una cerveza de trigo en una mesa de madera, junto a una cabaña al pie de las montañas. Sólo se escucha el fujo de un arroyo cercano y el cencerro de un par de vacas que pastan a escasos metros en el prado que hay justo enfrente. Corre una ligera brisa con olor a hierba recién cortada... y regresas a tu casa, de golpe, pero con la saca llena de emociones de nostalgia, tristeza, anhelo, soledad...


Por tanto la idea intuyo tiene que ver más con reparar engranajes interiores que con tratar de cambiar o quejarse de circunstancias exteriores. Afuera nada existe, sólo adentro.





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