miércoles, 1 de octubre de 2008

De oca en oca

En esta ocasión le toca a ella hacerse cargo de la metáfora de la vida. Alguien ha tirado el dado... ¿o fui yo...? el caso es que aquí estoy ...y tiro porque me toca.
Así es nuestro camino, una gran espiral con 63 escenas, tantas como objetivos tiene un adolescente cuando mira hacia lo lejos.
Crecemos, dejamos el colegio, cada vez con menos costras en las rodillas y bueno... llega el reloj vertiginoso y con él los días que hacen avanzar, los que hacen retroceder, y lo que suele ser más habitual, los que te hacen perder turnos durante el recorrido.
Yo creo que en la vida de una persona, una vida común dentro de un ser común, no recorremos más allá de una décima parte de todo ese tablero multicolor, tan lleno de posibilidades. Lo que te toca vivir, un pozo, un puente, una posada, un laberinto, una cárcel, la muerte... no son sino pequeñas metas que te llevarán días, meses, años. A veces toda la vida.
Pero lo normal, es que se te otorgue el derecho de volver una día a tirar los dados. Y una mañana, camino del trabajo, parece que por fin quedaron atrás las dudas de aquel pozo del que no sabías salir, y tiras de nuevo. Quizá porque otro desdichado cayó esta vez...
Ha salido 5 + 3. Mueves ocho escenas, las vas dejando atrás mientras meditas si dejaste algo importante en cada una de ellas. Séis... siete... y ¡ocho!. "De oca en oca y tiro porque me toca! ¡Sí!.
Das el salto. La mitad de tus sueños ya están ahí y los estás tocando con las manos. Has avanzado más de lo que imaginaste en los días de aquel largo y doloroso turno sin jugar.
Te acostumbras rápido a esta nueva situación que huele a brisa de playa y sabe a abrazo bajo las sábanas. Pero nuevamente, sin previo aviso, vuelan los dados desde tu mano...